Conformación: ¿influye en el rendimiento deportivo?
por Elisa Saiz Giraldo | May 25, 2022
La conformación tiene un papel fundamental en el desarrollo y rendimiento deportivo de un caballo.
El rendimiento de cualquier deportista depende de los entrenamientos, descansos, dieta, planificación de la temporada… pero también de su genética y conformación; por mucho que nos pongamos a entrenar, a cuidar nuestra alimentación y descanso, la mayoría de nosotros nunca vamos a poder alcanzar las marcas requeridas en maratón para correr unas olimpiadas.
La conformación se define como la forma que tiene el caballo, es decir, cómo son sus ángulos y sus proporciones. Se ha establecido que la conformación ideal es aquella en la que (ver dibujo adjunto):
- Miembros anteriores: forman una línea vertical que pasa por el centro de todas las articulaciones hasta la parte posterior de los talones.
- Miembros posteriores: forman una línea vertical que parte de la tuberosidad isquiática y que pasa por la parte posterior de la caña.
- Espalda y grupa: forman un ángulo de 45º.
Pero lo cierto es que en caballos de deporte pocas veces se cumplen estas medidas, especialmente en caballos de alto nivel. Hoy en día es bastante habitual, por ejemplo, encontrar caballos de doma clásica con espaldas más horizontales (ángulos de escápula superiores a los 45º), esto permite al caballo poder elevar más los miembros anteriores, tener mayor expresividad y amplitud en los movimientos.
En salto, es habitual encontrar caballos con el fémur largo, lo que hace que la babilla se disponga más abajo, favoreciendo que el caballo tenga mayor brazo de palanca en sus posteriores y pueda salvar mayores alturas con más facilidad.
También en caballos de carreras es más frecuente encontrar pelvis muy anguladas, que permiten una mayor propulsión y velocidad. O en caballos de enganche, que tienden a tener una pelvis con menor angulación y el dorso más plano para poder empujar mejor.
Estos cambios en la conformación hacen mejorar el rendimiento deportivo y la “performance”, pero también conllevan mayor predisposición a lesión. Las articulaciones, al tener una angulación diferente, se vuelven más inestables, por lo que los estabilizadores activos (músculos) y pasivos (ligamentos) tienen que trabajar más para ejercer su función. Además, se modifica la capacidad de absorber los impactos y hay mayor tensión en estructuras amortiguadoras, como la ranilla, el ligamento suspensor o el sling torácico muscular.
En definitiva, en el rendimiento deportivo no solo influye la carga de trabajo, la correcta alimentación y el adecuado descanso, sino que la conformación y la genética juegan un rol fundamental.